CONFITURA POLÍTICA
Un altre text breu que he fet recentment i que crec que us pot agradar. Aquí hi ha de nou l'element del periodisme com a punt de partida i la política com a complement al fil narratiu.
CONFITURA POLÍTICA
Silenciado
por sacar información incómoda, en un medio estimulado por las
aportaciones de empresas que limpian su
imagen con anuncios demagógicos, decidió cambiar la gran redacción del principal
periódico de la capital por una plaza en la sección de sucesos de una gaceta
local en un pueblo de montaña cercano a los dos mil habitantes y muy próximo a
la frontera con el país vecino.
Cambió
el caos de papeles rebeldemente hacinados y la tensión de ciertas llamadas por
una mesa pequeña y desierta donde el polvo era el único ocupante hasta su
llegada. Abrió su maletín de piel y fue distribuyendo estratégicamente sus tres
elementos de trabajo indispensables. A la izquierda un ejemplar de frases celebres
que le servía a menudo para acotar sus artículos cuando se requería cierto
sarcasmo, anclada a la derecha su fiel grabadora y en el centro, justo en el
centro, un lápiz.
En
su anterior trabajo como jefe de sección tenía bajo su control una docena de
personas. Ahora compartía oficina con tres personas más. Entrando a la
izquierda estaba el responsable de todo menos deportes, a su lado el redactor
de deportes y nada más, a la derecha el director y al fondo a la derecha, como
siempre, la puerta de acceso al lavabo. Él estaba en el centro de la sala, en
el mismísimo centro, emulando ese papel de control del momento y el medio, de
firmeza y solidez, que asume un triste lápiz.
Pasaron
dos días antes de la llegada del primer caso relacionado con la sección de
sucesos. Bajó a la calle con su grabadora y se dirigió al lugar de los hechos
con la intención de recabar la máxima información. Conocía el lugar de destino
por las instrucciones que la había dado el director pero ignoraba el origen y
la magnitud de la posible tragedia digna para publicarse en la media página que
le habían otorgado para la edición del periódico del día siguiente.
Se
desplazó con su coche al embalse situado en las afueras del pueblo y a su
llegada vio a un hombre visiblemente trajeado sentado en un banco. No lo
reconoció hasta que lo tuvo a cuatro o cinco metros. Y se asombró del encuentro
pues lo conocía a la perfección.
Era
un concejal con quien había tenido mucha relación durante todos los años
gastados en la capital. Había conocido su presunta implicación en un caso de
corrupción viendo las noticias de la televisión. Le otorgaba la presunción de
inocencia que obliga el ejercicio pero se temía lo peor vistas, y también
vividas, ciertas actuaciones anteriores del político que ahora tenia de nuevo
delante aunque en un marco diferente.
El
visitante le pedía protección y cobijo. Había admitido su culpabilidad en el
caso de corrupción y en pocas horas la policía iría a su domicilio o al
despacho del Ayuntamiento para proceder a su detención. La misma persona que
durante dos mandatos le presionó para evitar la publicación de ciertas
informaciones ponía su futuro en sus manos. El mismo personaje acostumbrado al
mimo de los medios, siempre a cambio de dinero para los editores, se rendía
ante él. Con la duda de salvarle el culo o cortarle la cabeza optó por tener
más cara que espalda y decidió ponerle a prueba. Le buscó habitación en uno de
los hoteles del pueblo, muchos de ellos ya llenos por la celebración esos días
de la Feria del Ganado, y le invitó a quedarse sin molestar. Pensó que en esta
vida todo cae por su propio peso y no se equivocó.
El
nuevo huésped creyó que lo que pasa en los pueblos se queda en ellos y no llega
a las grandes ciudades. Pero ignoró algo esencial al no pensar que es en estos
pequeños espacios donde los grandes telediarios son la esencia del debate
cotidiano. Poco tardó la policía en dar con él tras la llamada de los inquietos
vecinos. El titular de sucesos de la gaceta a la mañana siguiente anunciaba: No
es el tamaño del bote. Es la confitura.
Comentaris