LUCÍA
Lucía la niñez con esa travesura que los tiernos años dan a
la inocencia en sus inicios. Lucía la sonrisa contagiosa que desborda a quien
se le regala, con los gestos ingenuos que la provocan, las palabras que
descolocan y la vitalidad que se desprende cuando el mundo aún no debe ser
comprendido ni las acciones justificadas.
Lucía cara de sueño en la mañana y el sueño constante que te
cambia la cara a cada acción. Lucía un pijama azul como el cielo y un pelo
rubio como el sol que se levanta para dar más vida.
Lucía cara de payasa, una espada de pirata, el tobogán del
sube y baja, el helado que se cae y una bici cual caballo desbocado que cabalga
por las calles sorprendiendo al mundo y clamando calma.
Lucía más. Luces de colores de la mañana, trenza de colores
en el cielo, atardeceres cautos que se pliegan para dar paso a ese manto de
ojos cerrados que es la noche. Y todo luce harmonioso, como Lucía.
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