AIGUA


Són les quatre de la tarda. D’aquí a quatre hores i mitja presento el meu llibre a l’Albada. Llegiré dos textos dels ja publicats i n’estrenaré dos de nous. Aquest, anomenat “Lluvia” és un d’ells. L’acompanyo de la cançó “Si miraves l’aigua” del darrer disc del Raimon. Espero que us agradin els dos documents. Ja us explicaré com ha anat la presentació.


LLUVIA

El cielo llora. Agua.  Agua endulzando océanos y mares, colmando ríos hasta el desborde, llenando pantanos en la civilización moderna, bidones y cubos en tierras pobres. Agua golpeando con rabia el suelo, chupando la tierra y penetrando en ella hasta sus entrañas, lamiendo los techos de las catedrales, enjuagando las juntas de los adoquines y baldosas de las calles, abrillantando las chimeneas de las fabricas que disipan en el aire elementos nocivos para la madre tierra y esa capa celestial de ozono que se abre, cual manto de la virgen del desamparo, desgarrada y aferrada a la vorágine.

Hilos finos de agua posándose sobre las hojas de las flores, abrazando sus tallos a la caída vertiginosa hacia el verdoso terreno donde yacen a placer, esperando la ducha fresca, lombrices y saltamontes, semillas, hojas y raíces. Ambiente de flora y fauna gozando del festival de gotas que va dibujando un carnaval de colores con los rayos del sol penetrando en cada hueco que se forma en ese baile, vaivén de las briznas de hierba que ondean a lado y lado, donde la música no es más que la percusión de la propia agua anunciando su llegada con la ayuda del silbido del viento. Luego pondrán harmonía y consenso las aves recién llegadas de las charcas cercanas, relamiéndose a pares, y aterrizarán en los tiernos pies de los arboles más nobles y ancianos. 

Agua deslizándose entre nuestros dedos, pequeños ríos que nacen en la palma de la mano y mueren con sus afluentes en el borde de las uñas cayendo como cataratas hacia el nuevo punto, el suelo. Agua mojándonos la piel, los poros, el pelo, humedeciendo nuestros labios,  procedente de las mejillas convertidas en geografías de ese nuevo mapamundi llamado cuerpo que se mueve veloz para evitar ser inundado.

Cobijados bajo techos, portales o balcones, encerrados en los coches. Buscando resguardo para rehuir lo que deberíamos recibir como un presente perfecto, el regalo de las nubes que solo pretenden jugar con nosotros para recordar su presencia constante que pasa desapercibida a diario. Solo en los pequeños pueblos, en los espacios ya verdes y frondosos, en los parajes donde se da otra importancia a la vida y al paso del tiempo, solo ahí se aprecian esos elementos blancos que navegan sin rumbo ni ataduras por el cielo. 

Nubes y agua, mar de pequeñas barquitas, mapa de formas y elementos que lloran su olvido para empaparnos por fuera y por dentro. Agua, lluvia, el cielo llora, suspira y nos seguirá abrigando.

Comentaris

Alberto ha dit…
Enhorabuena Oscar.
Oscar Ramírez ha dit…
Muchas gracias Alberto. Un abrazo.

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