Y PREGUNTÓ


Le preguntó: ¿me quieres?

Y respondió con un silencio de palabras y el sonido de un beso en la frente. Luego, un suave soplo en los parpados, un leve toque en el cuello, un tierno roce con el dedo en las mejillas enrojecidas y un gesto sinuoso que unió los labios. Tras ello, el abrazo más grande dado y la caricia siempre permitida. Susurros en el oído y mariposas en los ojos, nubes en el cielo y ligera ingravidez en la tierra.

Y preguntó de nuevo con el placer de tener la respuesta en sus adentros. 


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